Iatrogenia
- Por Leonardo Strejilevich.
Actualmente, en todos los medios de comunicación , se muestra, comenta y opina acerca del desgraciado y fatal desenlace de la vida de una conocida actriz por la acción indebida de un médico.
Iatrogenia es el daño innecesario que un médico en su condición de tal puede provocar en un paciente con consecuencias físicas, psíquicas y sociales. El cuerpo humano es absolutamente vulnerable a las enfermedades, los traumatismos, todas las acciones terapéuticas que se realicen sobre él no sólo las quirúrgicas sino también la mayoría de los medicamentos que se usan habitualmente (la mayor cantidad de hospitalizaciones y muerte de adultos mayores es por la acción adversa de medicamentos). El ejercicio de la medicina exige conocimientos completos, claros, precisos, actualizados, una conducta precisa con práctica experimentada. No prever accidentes y malos resultados en la práctica médica implica impericia y negligencia. No informar acabadamente al paciente de las características de su enfermedad, de las alternativas del tratamiento y de las eventuales complicaciones es una falta de respeto y subestimación del paciente. La conducta habitual de un médico hace 20 años es considerada hoy como grave negligencia e inexcusable impericia.
Las afecciones iatrogénicas pueden ser culposas, por defectos de información y formación, previstas y dolosas lo que constituye un delito en que la condición de médico es un agravante.
La lesión iatrogénica culposa es aquella en la que el daño previsible no ha sido previsto. La impericia es muchas veces el resultado de la incompleta formación y de la falta de supervisión de los actos médicos. La forma más común de negligencia es el procastinare, postergar para mañana lo que debe hacerse hoy. La imprudencia es no valorar los riesgos de cualquier acción terapéutica y no tomar los recaudos necesarios.
Hay casos de incompetencia por procedimientos médicos efectuados por profesionales a los que no les incumbe realizarlos. Hay actos de incapacidad por falta de experiencia y destrezas.
La práctica de la medicina exige por lo menos: que el procedimiento que se aplica sea beneficioso para el paciente, que medie el consentimiento del enfermo, que la responsabilidad de las decisiones recaiga en un médico calificado.
No se puede olvidar que el uso y el alcance de un nuevo tratamiento o medicamento nuevo no es siempre seguro en el presente y a sus consecuencias alejadas, siempre habrá nuevas concepciones en el futuro.
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