10/07/2013
Política educativa en el área de la salud en la Argentina del siglo XXI
(Parte V)
EDUCACIÓN MÉDICA CONTÍNUA
La revolución en la formación científica del médico, llevada a cabo
por Abraham Flexner en 1910, ha producido un nuevo doctor
La revolución en la formación científica del médico, llevada a cabo por Abraham Flexner en 1910, ha producido un nuevo doctor más familiarizado con la teoría y el lenguaje de la ciencia. El mismo Flexner decía que “la educación médica no es cuestión de medicina, sino cuestión de educación” y que “la filosofía actual de la educación tiende a desacreditar el esfuerzo”.
La actualización de los conocimientos y el perfeccionamiento de las destrezas, habilidades y aptitudes de los médicos no sólo son un problema intelectual sino también un problema ético. El médico debe ser un obrero de la cultura obligado a laborar culturalmente, por eso, sí es grave y plantea un problema moral el médico inactual, que persiste en no abandonar su estado y que sólo sirve para volcar sobre la comunidad su limitada experiencia personal sin cotejo cultural.
Don Quijote dice que “el que lee mucho y anda mucho, va mucho y sabe mucho”.
La medicina es una actividad creadora en la que la primera obligación del médico es la ciencia; la primera condición la conciencia; la primera necesidad la paciencia (F. Escardó).
El médico interesado en su educación continua no puede separar su trabajo de su vida; su trabajo intelectual es la elección de un tipo de vida tanto como de una carrera (W. Mills). La ambivalencia básica radica en que algunos médicos buscan hacer de su título académico un galardón que repercuta sobre sí, sobre su carrera profesional, sobre sus expectativas de status, antes de que sea generadora de una forma de vida.
La tarea médica no puede limitarse y fragmentarse en el acto circunscripto del ejercicio profesional. La medicina no es una actividad residual y parcializada de la realidad circunstancial. La educación médica continua tiende a conseguir una integración más o menos plena entre el continuum del aprendizaje y la vida, es decir, saber médico actual con conocimiento contemporáneo de la cultura y el clima social.
La educación médica continua ( EMC), es el conjunto de actividades educativas que realizan los integrantes médicos del equipo de salud destinadas a mantener y acrecentar su formación profesional de manera acorde con sus propias necesidades profesionales y con las de la salud de la comunidad y que tienen lugar en el lapso que se extiende desde la graduación hasta el abandono de la práctica profesional.
La educación médica continua o permanente deviene como necesidad insoslayable debida a los avances en materia de conocimientos científicos, al rápido deterioro y obsolescencia de las adquisiciones tecnoprofesionales y a la obligación ética de realimentar e incorporar nuevos conocimientos, actitudes y habilidades específicas. Dicho de otra manera, el médico debe desarrollar una actitud que lo mueva en forma permanente al mantenimiento de su competencia técnica y profesional.
Para la OMS, educación médica continua es aquella que emprende un médico al final de su educación básica (y en ocasiones al finalizar cualquier otro tipo de formación general o como especialista) con el objeto de mejorar su competencia en su calidad de médico práctico y no con la intención de obtener un nuevo título o licencia habilitante.
LOS OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN MÉDICA CONTÍNUA SON:
. Facilitar la adecuación de los recursos humanos existentes a las necesidades de la región o del país,
. Promover en los médicos la responsabilidad y obligación en el autoperfeccionamiento,
. Incitar a la actualización y perfeccionamiento de los médicos,
. Incentivar en los graduados la necesidad de la especialización a través de un plan regulador basado en las necesidades del país,
. Procurar que los centros formadores de recursos humanos en el área de la salud asuman el papel que les corresponde en la educación continua,
. Lograr una estrecha relación y una integración pedagógica y curricular entre los miembros del equipo de salud y las áreas formativas sean estas universitarias o parauniversitarias.
La metodología a emplear para lograr el cumplimiento de los objetivos señalados debe basarse en un diagnóstico de la realidad teniendo en cuenta las situaciones de salud que se desean corregir, el conocimiento del nivel de formación y capacitación del recurso humano que se pretende instruir y el contexto de los objetivos sanitarios y sociales nacionales, regionales o institucionales.
Los contenidos de los programas de EMC deben ser previamente planificados. La planificación debe sustentarse en el estudio analítico con capacidad prospectiva acerca de los conocimientos y destrezas que se hacen necesarios adquirir frente a las realidades sanitarias para su implantación inmediata o bien para dotar de recurso humano apto a los programas de mediano y largo plazo. Este parece ser el planteo crítico de la realidad del país. En otro orden de cosas, parece lícito no insistir ni alentar programas de educación médica para adquirir novedades científicas que no pueden, en un plazo razonable, aplicarse en la práctica. En nuestra realidad sanitaria, es mejor favorecer la aplicación más eficiente de lo conocido; es decir, que el grueso de la EMC debe estar constituido por la utilización de conocimientos biomédicos o clínicos ya disponibles y que, por una u otra razón, no se aplican o se los implementa deficientemente en la práctica médica. Esto no significa cercenar las motivaciones intelectuales de los médicos ni bloquear la información sobre los avances que habrán de fundamentar el futuro en una nueva realidad.
La EMC tiene tres modalidades: la especialización, el perfeccionamiento y la actualización. La EMC debe considerarse moral e intelectualmente obligatoria para el médico y la sociedad debe apoyar, incentivar y hasta sostener este criterio en defensa de la calidad de los servicios que se le prestan y en la preservación de su salud.
La EMC, como ya ha sido dicho, debe ser y estar planificada, organizada, sistematizada, tener apoyo informativo y bibliográfico previo al desarrollo de los programas, poseer una plantilla de docentes bien formados en lo pedagógico, implantar un correcto sistema de valoración y establecer claramente los objetivos de acuerdo con la realidad sanitaria.
La formación y capacitación del recurso humano para la salud debe considerarse como un subsistema del sistema de salud (O.L. Aguilar). Este subsistema debe depender de un organismo mixto integrado por el gobierno de salud, el gobierno de la educación, las sociedades científicas y las agrupaciones profesionales con la participación de usuarios.
La medicina involucra ciencia, arte y praxis y es ejercida por seres humanos formados técnica y humanísticamente; estos seres humanos constituyen el equipo de salud que equivale a decir los recursos humanos para la salud.
El RECURSO HUMANO es un grupo de personas interrelacionadas, con capacidad de convivencia, con motivación social inequívoca, con conocimientos técnicos específicos y con convicción suficiente para ejecutar las políticas y los programas.
El desarrollo o promoción de los recursos humanos implica un mejoramiento de las condiciones de salud, educación, vivienda, trabajo y organización social; mejora la calidad del capital humano de la sociedad.
Por falta, entre otras cosas, de una política de recursos humanos para la salud, planificada desde el pregrado, el sistema sanitario adolece de graves falencias, desequilibrios, falta de articulación y enorme gasto con pobres indicadores de salud positiva.
Se hace necesario integrar, coordinar y articular los servicios de salud con los sistemas de educación médica. La educación de los recursos humanos para la salud debe orientarse a preparar profesionales y técnicos en función de las necesidades del sector y aptos para su inserción en el medio en un país tan diverso, extenso y plural como la Argentina que deberá definir políticas sanitarias y sociales y persuadir a las instituciones formadoras del papel y la responsabilidad que les compete.
por Leonardo Strejilevich
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