09/10/2013

Salud Mental (Parte I)

Sería aconsejable, antes de la externación de los hospitales psiquiátricos monovalentes, que primero se reforzaran las redes sociofamiliares de contención

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Esquirol (Jean Étienne Dominique Esquirol; 1772- 1840) ya hablaba sobre los alienados hacinados: … los he visto sucios, mendicantes, llenos de cadenas y famélicos.
Sería aconsejable, antes de la externación de los hospitales psiquiátricos monovalentes que primero se creara o se mejorara y reforzaran las redes sociofamiliares de contención y se ajustara la prevención primaria, secundaria y terciaria en materia de salud mental, para lograr un egreso exitoso del paciente en una red social digna, que lanzarlo a la fosa de los leones de la calle impía…, sin más amparo que el cielo y otro amigo que el facón —como dice el Martín Fierro—. En otras palabras, expulsar al enfermo hacia el desarraigo, la falta de familia, la crudeza del desamparo, la droga, la soledad, el pillaje, el robo, las violaciones a su persona,  el crimen sádico, sin consideración alguna por la vida, como lo demuestran los hechos de sangre cotidianamente repetidos (Lucio Enrique Bellomo).

Tampoco sabemos si la familia recibirá con agrado al enfermo cuando éste se halle fuera de los muros del hospital, porque hay que tener la paciencia, la experiencia y la capacidad de soportar el cada día de los enfermos mentales con las atroces mañanas de ansiedad y las noches horribles de insomnio por las que pasa un melancólico, o bien, la irritante inercia  del esquizofrénico con defectos residuales; la aparición fulminante del delirio, en los pacientes que sufren alucinaciones persecutorias; los episodios maníacos, junto al abuso de sustancias, las fugas del hogar de los adolescentes, unido al tedio paralizante de los borderline; los exabruptos y extravagancias del esquizofrénico; las sorprendentes, desopilantes y peligrosas actitudes de un demente deteriorado, o la consternación que nos depara un retraso mental profundo;  la manipulación constante de la que hace uso el psicópata respecto de sus allegados más íntimos; la violencia, el robo o el uso de la droga dentro del hogar.

El factor de la superespecialización en psiquiatría como en otras ramas de la medicina constituye otro obstáculo. Se encuentra plenamente vigente y profundizado el dualismo cartesiano en materia psiquiátrica. De esta manera, se diferencian los que sostienen que la causa de las enfermedades mentales radica en la biología —como los genetistas, los neurobiólogos, los neurocientíficos y los psicofarmacólogos— de los que consideran que la verdad acerca de la causalidad de la enfermedad mental se halla en las razones psicológicas, familiares y sociales.

Pues bien, en cada una de estas disciplinas, existen especialistas que tratan pacientes bajo los postulados de las mismas; los psicofarmacólogos, los psicoterapeutas individuales, grupales, neurocientistas, etc. pero no existen los especialistas en Rehabilitación Psiquiátrica

Dista mucho aún, para consolidar una psiquiatría clínica independiente, que anexe todos los criterios con un estilo amplio, sin dogmatismos o reduccionismos, y tenga bien en cuenta todos los factores y requisitos para el tratamiento integral de la persona enferma —ya sean neuróticos, psicópatas, psicóticos o enfermos psicosomáticos y considerar las medidas rehabilitación como absolutamente necesarias desde el comienzo de la prevención secundaria como parte insustituible del tratamiento integral, es decir, una Rehabilitación Psiquiátrica, con Trabajo e Inserción Social  desde el inicio mismo en que el psiquiatra y la institución toman contacto con el enfermo.

Los partidarios a ultranza de que se caigan los muros de los hospitales psiquiátricos pertenecen a un apartado singular de profesionales de la salud que intenta, con tales propuestas, encantar a un sector de la población sin dar soluciones realistas y consistentes.

La comunidad, mientras tanto, aprueba sin mayor interés las iniciativas, pero mira de soslayo, observa con recelo y con aprensión el egreso de psicóticos, ya que no se encuentra pedagógicamente instruida y preparada o incentivada para recibirlos.

La idea  de cerrar los hospitales psiquiátricos no es mala en sí misma pero se usa como excusa la de desmanicomializar, pero en realidad, se está deshospitalizando, en lugar de fortalecer los hospitales para mejorar la prevención secundaria.

Se deja de lado el hecho de proporcionar una mayor atención personalizada en los nosocomios que ya se encuentran en actividad, creando una red preventiva generalizada que abarque a toda la República, a fin de que, inmediatamente, al ingreso del paciente, se evalúe cuánto tiempo durará su internación y a qué estamento de la rehabilitación se lo podrá derivar en un futuro.

Según encuestas de la Organización Mundial de la Salud, el 41% de las Naciones carecen de un plan de salud mental que enfoque las enfermedades mentales más crecientes numéricamente hablando teniendo en cuenta que afectan a cerca del 11% de la población mundial; entre ellas, se agrupan la depresión, la enfermedad de Alzheimer, el grupo de las esquizofrenias y las epilepsias; se deben agregar los padecimientos por estrés postraumático (agudo/crónico), reacciones neuróticas graves y las secuelas de la drogodependencia y el alcoholismo.

No hay en la República Argentina un  número adecuado de pequeños hospitales psiquiátricos intercomunicados por red informática para establecer, entre otras cosas, el pronto destino de los pacientes a controlar, seguir y rehabilitar, en cualquiera de las instituciones disponibles.

Si los pacientes egresan en las condiciones en que estaban cuando ingresaron, no les queda a los enfermos más remedio que la caridad de la comunidad o la muerte en las calles. Si quedan dentro del hospital, pero sin rehabilitación  que se ocupe de ellos, estarán muertos civilmente.

La magnitud del problema se acrecienta cuando la propia familia del enfermo se niega a readmitirlos, es causante de las crisis o cuando a la enfermedad se unen la vejez, la pobreza y la soledad.

Es imprescindible que la acción del hospital psiquiátrico monovalente sea ágil y que esté conectado en red con los centros de salud más importantes, lograr la externación en pocos meses, trabajar con la familia la rehabilitación por el trabajo e inclusión social.

Dar altas, muchas altas, externar a los enfermos que están presos, cautivos y dependientes en los hospitales, sin valorar los recursos de inserción que tiene el paciente no parece lo más acertado y conveniente.

Nos falta mucho para que los Planes de Salud Mental sean coherentes y equitativos, que contemple el accionar sobre los enfermos externados, teniendo en cuenta que son seres humanos y, a pesar de no votar, poseen derechos y obligaciones.

por Leonardo Strejilevich

IR SALUDMENTAL(PARTE II)


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